En estas últimas semanas, por ejemplo, me ha
agobiado un poco un asunto. Cuando me decidí a poner la tienda, allá
por otoño del año 2002 me costó bastante trabajo, era una gran
responsabilidad. Pero como todo lo que se hace con corazón y sin
pretender tener ganancias inmediatas, al final luce. Mantenerse mes
tras mes es para mí un éxito. Y no creo exagerar si digo que mi
tienda está entre las más conocidas de la capital en su
especialidad de ropa de canastilla, y la creciente clientela así me
lo vais diciendo. De hecho -y ahí voy- compruebo que nuevas tiendas que trabajan este mismo campo están arrimando el ascua a su sardina, colocando
su establecimiento muy, muy cerca de LA CANASTILLA. Qué casualidad. Siempre me ha
dado un poco igual, “el sol sale para todo el mundo” como suelo
decir. Y nunca he querido entrar en la guerra de las marcas ni de los
precios, a veces encarnizada entre las fábricas y algunos
representantes. Pero con el trabajito que cuesta hacerse un nombre, que luego la gente se confunda y POR ERROR entre en otro sitio me da
un poquito de rabia. No soy de piedra, qué le voy a hacer.
Espero que nuestro gremio no se termine convirtiendo en una jungla, porque como están las cosas no hay tarta
para todos. Ni tampoco estamos para sumar más tarea a la propia de la tienda. Nosotras seguiremos igual, trabajando como todos estos
años, creo que no tenemos nada que demostrar, ya nos conocéis bien
a Malena y a mí.
Y por supuesto, os agradecemos vuestra fidelidad, porque como solemos decir "no seríamos nada sin vosotras".
Un beso, que ya me he desahogado un poquito.