Hoy toca una pequeña
historia personal, de esas que multiplican el orgullo materno.
Mi niño grande, de 7
años, comienza a tener cierto hábito lector, fomentado entre los
padres, los maestros y algún que otro primo. Siempre con libros
infantiles (algunas veces demasiado infantiles, incluso).
Pero este último mes, y
aprovechando el tirón que para los niños ha supuesto la victoria de
nuestra selección de fútbol en la reciente eurocopa, hemos querido
dar un paso más. Así, como el abuelo encadena la lectura de los
diarios nacionales con la de los deportivos, estas semanas atrás
teníamos a mano un material de primera mano sobre reseñas de
partidos, entrevistas a jugadores, titulares llamativos,
alineaciones, horarios, etc. etc. sobre un tema en el que el niño no
sólo estaba enterado sino además muy, muy motivado.
Cuando él
descubrió que el periódico le aportaba nuevos datos y pareceres
sobre ese mundillo que fue el campeonato europeo, mucho más con la
abundancia de fotos, sólo teníamos que tirar del hilo (¿y qué
dice tal jugador? ¿y cuánto quedaron...? ¿por qué expulsaron a
fulanito?) para que él profundizara en el texto buscando los datos. Y sorprenden a veces sus reacciones tras contrastar su visión infantil con el criterio de periodistas especializados.
Sí, sí, muchas, sobretodo las mujeres, diréis que se trata sólo de un periódico
deportivo, pero como dice mi marido “es lo más parecido a un
periódico”. Y como nos decían en la escuela, “donde hoy
hay un tebeo, mañana habrá un libro”.
Y la historia, no termina
ahí. Unos días después, en la sala de espera de un especialista,
el padre ofreció el periódico deportivo al chaval, que lo tomó
enfrascado... y el pequeño, de sólo 2 añitos, imitó al grande
durante unos cortos minutos, y se sentó justo a su lado para pasar
las páginas de otro periódico, que se iba desarmando al paso de sus
manitas. Si hubiera podido hacer una foto la pondría aquí, pero
preferí quedarme mirándolos.
En fin, creo que a veces
no hay que comerse el coco tanto si los niños no leen todo lo que
nos gustaría, justo cuando nosotros queremos y en el momento en que estamos mirando. Y puede ser más simple -o más eficaz- poner algo a su alcance y dejarles hacer.
Ojalá os sea útil esta
idea para este verano (o para cualquier época). Yo sigo adelante, que ahora estamos con las olimpiadas, donde además entra en juego el conocimiento geográfico de los padres ¡y menudos aprietos!
Que mono el pequeñin, como imitan a los hermanos mayores ¿verdad? tienen suerte de ser los segundos juegan con ventaja en muchas cosas. Como bien dices el hábito de la lectura es lo que tenemos que conseguir, y a su edad lo que tenemos que hacer es despertar ese interés les venga por donde les venga.
ResponderEliminarBesos.
El mérito no es sólo mío, sino también es de la selección española ja ja. Pero tenemos que estar pendiente de ellos.
EliminarUn beso.
Que preciosa entrada! y cómo te entiendo! Como dices, a veces nos preocupamos demasiado por que nuestros hijos hagan cosas que se supone deberian hacer, o tú querrias que hicieran, sin darnos cuenta que a veces es un poco de motivacion lo que mueve el mundo!
ResponderEliminarMe has hecho reflexionar, gracias!
Paula
Me alegro que te haya hecho reflexionar esta pequeña historia, es cierto lo que dices.
EliminarBesos.
Qué buena historia
ResponderEliminarCarlos